jueves, enero 24, 2008

Día tenso (Cap.10)

Avanza lentamente, adentrándose en la completa oscuridad. Se toca con la mano la cabeza, pero comprueba que el casco que encontró al principio de su aventura subterránea, lo dejó olvidado en la primera puerta que consiguió abrir. Así, se ve perdido, sin ver absolutamente nada; todo es de color negro, oscuridad absoluta. Moviendo los brazos con grandes aspavientos, trata de evitar chocar con algo; ha tenido sufiencientes golpes durante esta aventura y no está dispuesto a sufrir alguno más.
Tras unos agitados aleteos consigue topar con algo rígido; parece una pared por el tacto. Comienza a palpar cuidadosamente con ambas manos sobre la superficie hallada; está fría y es rugosa.
De pronto, la puerta por la que había conseguido acceder a aquel sitio se cierra de golpe, con un gran estruendo. Como le pasó anteriormente, sabe que la única opción que tiene es avanzar. Cada vez que avanza, se le cierra la entrada por la que accedió.
Continúa su camino hacia delante, palpando con ambas manos la pared. Empieza a sentir una corriente de aire cruzandole la cara, de hecho, lleva consigo un aroma de algo que podría ser comida, lo cual anima mucho, puesto que desconoce el tiempo que lleva en aquel sitio desde la hora en que se le ocurrió bajar por la alcantarilla, pero es posible que hayan pasado varias horas desde aquella acción. Aumenta el paso y se apresura en busca de la salida. Se guía por el olfato y el placer del aire recorriéndole la cara. Pasadas unas zancadas consigue entrever una ranura por la que entran rayos de luz. Se acerca rápidamente y logra alcanzar dicha ranura. La luz que pasa através de ella es de color verde claro, como si pasara cruzando la delgada hoja de una planta. Lo que no es capaz de adivinar es el origen de olor a comida. Podría decirse que es una mezcla de varios platos juntos; un guiso de carne, un asado, pescado frito, incluso alguna verdura recién cortada. Es un olor muy intenso, pero indescriptible. Si algo tiene claro es que es de comida, seguro.
Las tripas comienzan a rugir en su interior, pidiendo combustible para seguir dando energías a su cuerpo. Mientras el asoma la cabeza una y otra vez por la ranura, con la intención de poder divisar cualquier cosa que esté al otro lado. La ranuda parece alojada en una pared fuerte, hecha posiblemente de piedra, lo que deduce por su rigidez y frialdad, pero al estar sin luz puede tratarse de cualquier otro material.
Se mantiene apoyando la cabeza contra la pared mientras observa la luz verdosa cuando un pie comienza a hundirse. De pronto cae al suelo, el otro pie también se ha hundido en él. Palpa con las manos su cuerpo para ver si se ha malherido y se percata de que algo no va bien. El firme ha cedido y se encuentra hundido hasta las rodillas. Baja con las manos y nota que sus rodillas han sido engullidas por el suelo. Trata de alzarse con los brazos, pero estos también se hunden. Se encuentra con ambas piernas y los brazos, incrustados en él.
Se empieza a poner nervioso, conoce algunas historias sobre arenas movedizas y esto parece que es el caso que le está ocurriendo. El caso es que no es arena lo que formaba el firme, era una sustancia más rígida, de ahí que se sienta extrañado y temeroso al mismo tiempo. La oscuridad no le permite ver qué es lo que realmente está sucediendo, pero siente que su cuerpo está siendo engullido por el mismo. Poco a poco, se va hundiendo, mientras trata de relajarse y pensar en algo que pueda sacarle de esa situación.
La tensión le puede en un momento y comienza a gritar, pidiendo ayuda desesperadamente. Mira hacia la ranura de luz, tal vez alguien pueda escuchar sus alaridos y venga en su ayuda. Pero todo es inútil. Cada vez está más enterrado en aquel suelo, que se va volviendo viscoso a medida que le va tragando, más y más. Es como si estuviera salivando para preparar la suculenta comida.
Llegado un momento en que solamente tiene la cabeza fuera del movedizo suelo, deja de moverse, de gritar, está inconsciente.
Finalmente, termina por engullirle. No queda rastro de él. Se sumerge en la profunda oscuridad de aquel engendro diabólico.
La luz verde se torna roja por un instante y la ranura parece cerrarse lentamente, hasta que no deja pasar luz alguna.

fin capítulo 10