miércoles, mayo 31, 2006

El Sabor de la Sangre (Parte 4)

Mi sueño se desvaneció de repente. Me veía en una isla paradisíaca, sentado en la playa mirando hacia la infinidad del mar. Una gran ola apareció acercándose a gran velocidad y me atrapó antes de que pudiera echar a correr hacia el interior de la isla. Me desperté súbitamente. Abrí los ojos, pero todo estaba muy oscuro, pensé que todavía no había amanecido, y no me preocupé mucho de encender la luz de la mesita. Noté un pequeño picor en la nariz, y cuando me llevé la mano a la cara para rascarme, me pude percatar que estaba vestido. Qué demonios hacía yo con ropa y metido en mi cama, me pregunté. Por el tacto pude adivinar que se trataba de uno de mis trajes, además, por el tipo de tela me di cuenta que era uno de los buenos.
Lo último que recordaba antes de dormir, era la sopa fría que me sentó mal, y posteriormente mi cuerpo tendido en la cama a la espera de empezar a soñar. No podía entender qué hacía vestido con semejante traje en la cama, era imposible. Pensé que ya era hora de saber qué había pasado, saldría de mi cuarto y buscaría a Alfred y Matilde para ver si ellos pudieran darme una respuesta. Cuando me fui a reincorporar, mi cabeza se estrelló contra algo muy duro y me desplomé en la cama de nuevo. Menudo golpe había recibido. ¿Qué había sido aquello?, me pregunté. Ahora lo que hice fue levantar primero las manos hacia arriba y palpar con cuidado, otro choque así y acabaría haciéndome verdadero daño. Empecé a palpar con cuidado, era una superficie plana, no estaba fría, y era muy suave. A medida que palpaba más y más, comenzaba a inquietarme esa situación, no sabía ya dónde me encontraba ni por qué. Seguí investigando y averigüé que la superficie era madera, estaba pulida y parecía muy resistente. Notaba que comenzaba a faltarme un poco el aire, y mi respiración se hacía más lenta y pesada. Una idea comenzó a rondarme la cabeza y eso me inquietaba bastante. ¿Tal vez había sido enterrado en vida?, eso es absurdo, Alfred y Matilde nunca lo consentirían. En un momento dado, el pánico se apoderó de mí, y comencé a golpear con fuerza la madera que tenía sobre mí, pero no obtenía respuesta. Así estuve durante un largo período de tiempo, hasta que me cansé de aporrear y no obtener ningún resultado.
De repente aprecié un olor a tierra húmeda, mis últimas esperanzas se desvanecieron. No había duda, me habían enterrado vivo, y cada vez me quedaba menos aire. La situación era desesperada, pero qué podía hacer yo. Golpeé fuerte de nuevo la madera, estaba encolerizado, y siempre obtenía la misma respuesta, el silencio, el silencio de la muerte. Veía como se apagaba mi vida y no podía hacer nada para evitarlo, era una situación de frustración y rabia al mismo tiempo. Era ridículo acabar así la vida de un ser humano, mi vida. Decidí parar, puesto que estaba exhausto del esfuerzo por intentar liberarme de la madera, y esperar que la muerte viniera a buscarme cuando el aire se terminara. No sé cuánto tiempo estuve allí tumbado, inmóvil, mirando hacia la oscuridad, pero lo cierto es que el aire no terminaba nunca de acabarse, y yo me sentía cada vez mejor. La falta de oxígeno me hizo entrar en un estado placentero, que agradecí; Estaba semi inconsciente.
Finalmente, el aire se acabó y quedé sumido en un eterno sueño del que nunca llegué a despertar...

Os preguntaréis cómo podéis estar leyendo esta historia, puesto que morí enterrado vivo. Pero para eso necesitaría escribir otra historia como esta. Solamente puedo contaros que realmente no había muerto, era un proceso intermedio entre el ser vivo y el ser inmortal en que me he convertido. Ahora me dedico a vagar por la noche en busca de sangre humana para satisfacer mi sed...