lunes, abril 05, 2010

El Holocausto del Cazador (Cap.15)

No tengo ni idea de cuánto tiempo estuve durmiendo, tendido en el frío y duro suelo de aquella habitación. Desperté en silencio, pensativo, haciendo una breve recopilación de los sucesos acontecidos desde que nos sacaron del búnker en aquellas circunstancias. Sentí en un momento que no estaba solo en aquel sitio, pude notar una respiración a parte de la mía. Me moví con mucho cuidado, puesto que no sabía cuál era la procedencia de aquel sonido. Estaba asustado y la oscuridad tampoco ayudaba mucho a estabilizar mi estado de ánimo.
De pronto sonó un persona tosiendo, el sonido, de hecho, me resultó familiar. Ya había escuchado antes ese ruido. Estaba casi seguro que pertenecía a mi hermano. Anduve a gatas, tanteando el lugar, para acercarme a la fuente sonora. El sitio estaba completamente vacío, con lo cual pude deambular por el lugar sin problemas. Conseguí acercarme rápidamente a aquella persona, estaba completamente dormida. Traté de despertarle, sin mucho éxito. Tal vez, le habían dado alguna droga y se encontraba inconsciente. Lo que no podía entender era cómo habían conseguido depositarle allí sin que me hubiera despertado. Es posible que me hubieran drogado a mí también, y el efecto hubiera sido retardado por mi cuerpo.
Comencé a palpar el cuerpo, a tocar la cara, pero sin poder reconocer de quién se trataba. No había ningún rasgo superficial que me indicará que aquel ser fuera Pete, lo cual fue muy frustrante. Esperaba encarecidamente reencontrarme con mi hermano, por lo menos para comprobar que su estado, tanto físico como anímico, fuera perfecto. Cuando casi hube cejado en el empeño de descubrir quién se encontraba también cautivo, escuché un estornudo de aquella persona, un sonido inconfundible allá donde lo oyera. Se trataba del estornudo, tan característico, que tenía mi hermano. Comencé a zarandearle para que despertara. Debía encontrarse bajo el efecto de alguna droga, porque estaba totalmente atontado, desorientado. Le abofeteé la cara, sin demasiada violencia para no lesionarle. Poco a poco, fue recobrando la conciencia. Cuando estuvo recuperado del todo, se lanzó hacia mí con un gran abrazo. Se encontraba muy confuso y desorientado. Asustado de todo lo que nos estaba ocurriendo. Era una pesadilla que no terminaba por más que cerrara los ojos y pensara que no era real.
La habitación estaba en completa oscuridad, por lo que no podíamos vernos la cara, el uno del otro. Le cogí de los hombros y traté de tranquilizarle. Era la única manera de tener la cabeza fría para poder salir de aquel zulo.
Mientras estábamos abrazados, sonó el ruido del cerrojo, dejando pasar la luz del pasillo por la estrecha rendija que se había creado. Alguien había abierto la puerta desde el exterior y la dejó entreabierta. Aquello me chocó en un principio, podría ser una trampa de los carceleros. Ya había comprobado cómo se las gastaban. Pasados unos minutos, nadie aparecía por la puerta, con lo que avisé a Pete para que se preparara, nos íbamos a largar de aquel sitio lo antes posible. Nos dispusimos a acercarnos hacia la puerta a gatas y con mucha precaución.

Fin Cap.15