martes, marzo 13, 2007

Día Tenso (Cap.1)

Suena el despertador y piensa : “Otra mañana más en la que tengo que ir a trabajar, algún día dejaré esta porquería de trabajo y mi vida cambiará por completo”. Se levanta, se viste y se encamina hacia el aseo para vaciar su vejiga como cualquier otra mañana. “¡Mierda! Otra vez he vuelto a mear fuera. Cuándo me acordaré de sentarme antes de lanzar el primer chorro”. Limpia con papel higiénico como buenamente puede los restos de fluido y se dirige a la cocina por el pasillo, no sin antes esquivar varios obstáculos: “Debería recoger toda esta mierda del pasillo y colocarla en algún sitio, o mejor aún, tirarla a la basura. Todos son trastos viejos e inútiles que estorban y ya no se usan siquiera. Eso haré cuando vuelva de trabajar, tirarlos todos”. Estando en la cocina observa los restos de la cena de ayer en el fregadero y dirige la mirada hacia el escurre-platos; tal vez con un poco de suerte quedará alguna taza libre y un plato para la tostada de todos los días. Pero ese día no hay suerte. Esta todo sucio en el fregadero, y por el aspecto que tienen los cacharros deben haber estado allí tres o cuatro días. Se acerca y mirando la pila de suciedad acumulada, dice en voz alta: “Ja! Hoy toca desayunar en el bar, que voy con demasiada prisa como para recoger todo este desastre.” Da media vuelta y se va al dormitorio para vestirse. El reloj del pasillo marca las 8.30 am. Su trabajo no está lejos, a unos 15 minutos en autobús, pero todos los días llega tarde por unas causas o por otras y tiene que sufrir la regañina de su jefe.

Su gusto es pésimo para vestir y esa mañana no va a ser una excepción. No es capaz de discernir los colores que conjuntan con los que no lo hacen, y también poseé un particular sentido del frío y el calor. Es capaz de salir con sandalias en pleno día de nieve o con una cazadora de cuero negra en pleno calor estival. Abre su enorme armario, flanqueado por dos grandes espejos, y se pone a rebuscar algún traje de los que tiene metidos en bolsas de la tintorería. No tiene lavadora en casa y lleva la ropa a la tintorería para que la laven. Parece que ha encontrado un traje que le llama la atención. De raya diplomática, en negro, muy elegante. Pero cuando quita la chaqueta de la percha y deja ver los pantalones que lo acompañan, aparecen unos cuadros escoceses. El gusto particular vuelve a aflorar.

Se ha vestido por completo en menos de un minuto y se mira en el espejo observando lo que para él es una elegancia completa y total. Se percata de algo : “Ummmm, a este modelito le iría muy bien un sombrero. Sí, definitivamente sí “. Entonces se acerca al perchero del recibidor y se pone a mirar entre los sombreros que hay colgados cual de todos conjunta más con su ropa. Escoge uno negro de bombín; el típico sombrero inglés. Habiendo terminado de vestirse, sombrero incluido, coge su portafolios y sale de casa a toda prisa. Ya llega tarde al trabajo como todos los días.

fin capítulo 1

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oleeeeeee! Vuelvo a tener trabajo ;) Curioso protagonista, sí señor. Y de popi nada, a ver si la vamos a tener :P.
Rayas y cuadros?? Si Cocó levantase la cabeza... 8-)

Muacks!!

Anónimo dijo...

No tengo pegas a la historia. Está bien escrita y además ha despertado mi curiosidad. Felicidades al escritor y un besito muy grande.

P.D. No tardes mucho en continuar la historia.

arcadio dijo...

No se porque, pero me da en la nariz mucho de autobiografía reflejada en el prota.
Jejejeje.
Solo me refiero a lo dell "fluido" fuera y al gusto en el vestir.
Más jejeje.
Seguro que estoy equivocado.
Estamos ya impacientes.
Un besote